Hasta finales de mayo la Biblioteca de Galicia acoge una exposición donde los visitantes pueden acercarse a cerca de cien obras que simbolizan la evolución de la literatura infantil y juvenil gallega. Unos libros que quieren ser una invitación a conocer mejor nuestra historia literaria, pero también un reclamo que nos lleve a disfrutar de la lectura de otras obras.

Como símbolo de la exposición se planta un árbol, un montón de historias para las que no hay que ser niña o niño para disfrutarlas. Un árbol que prendió más débil en su comienzo pero que actualmente cuenta con un follaje frondoso y con frutos cada vez más brillantes. La invitación que se hace en este recorrido por nuestros libros infantiles es de tipo histórico, yendo desde los libros pioneros hasta una selección de los más actuales, lo que también permite comprobar cómo evolucionó el concepto de obra infantil con el paso del tiempo.

El recorrido de la exposición comienza en los años veinte, con los primeros textos que escribieron Vicente Risco y Filgueira Valverde. Como año de referencia se toma 1922, en el que sale de imprenta la revista infantil As Roladas, impulsada por Ramón Cabanillas. A partir de ahí se puede visitar hasta finales de mayo diferentes épocas y géneros literarios, reencontrarse con viejos conocidos, como el Balbino de Memorias dun neno labrego, o con animales de colores diferentes, como A galiña azul, de Carlos Casares. Los visitantes también se podrán encontrar con Ramón Lamote o con pequeñas cocineras difuntas con miles de lectoras y lectores, como Escarlatina; con conejitos que siguen a Alicia y con otros -blancos- que no lo hacen, con ballenas con forma de acordeón o con un delfín habitante de un misterioso país submarino.

Nuestra literatura infantil y juvenil fue y sigue siendo un esfuerzo colectivo, de autoras, editores, ilustradoras, impresores y también de público lector. La exposición de la Biblioteca de Galicia pretende homenajear a todas estas personas, tratando de acercar a los visitantes algunas de las obras más significativas de nuestra escritura en infantil y juvenil, descubriéndoles otras y también siendo conscientes de que aún quedan magníficos libros en los estantes de sus depósitos.